Una de las barreras más insidiosas para emprender después de los 50 no es externa, sino interna: la duda sobre la propia capacidad. La creencia de que «no eres lo suficientemente bueno» o que tu vasta experiencia previa ha perdido relevancia en el vertiginoso mundo actual puede paralizar incluso a los profesionales más talentosos. Es un pensamiento común, pero profundamente erróneo.
Después de décadas en el mercado laboral, es posible que te hayas acostumbrado a un conjunto específico de habilidades o a un entorno particular. Cuando te enfrentas a la idea de iniciar algo nuevo, especialmente en un contexto que parece dominado por la tecnología y la juventud, es fácil caer en la trampa de comparar y sentirse inadecuado. Puedes pensar que tus logros pasados no aplican, que tus conocimientos están desactualizados o que careces de la chispa innovadora necesaria.
Esta autocrítica, sin embargo, ignora la verdadera riqueza que posees. Tu experiencia no es solo una lista de trabajos; es un cúmulo de sabiduría práctica, habilidades blandas refinadas y una comprensión matizada de cómo funcionan los negocios y las personas. Has gestionado proyectos, resuelto conflictos, negociado acuerdos y adaptado a múltiples cambios a lo largo de los años. Estas son precisamente las habilidades que necesita cualquier emprendedor exitoso.
Tu experiencia te dota de una perspectiva que los más jóvenes aún no tienen. Puedes anticipar problemas, identificar oportunidades donde otros no las ven y construir relaciones sólidas basadas en la confianza y el respeto. La madurez aporta paciencia, una visión a largo plazo y la resiliencia para superar los inevitables tropiezos.
Para combatir estas dudas, empieza por reevaluar tu propia narrativa. En lugar de ver tu pasado como obsoleto, reconócelo como una base sólida sobre la que construir. Identifica tus fortalezas transferibles: ¿eres un buen comunicador? ¿Un planificador meticuloso? ¿Un excelente solucionador de problemas?
Busca oportunidades para actualizarte en áreas específicas que te interesen, ya sea a través de cursos online, talleres o leyendo publicaciones especializadas. Pero lo más importante, confía en el valor intrínseco de tu experiencia de vida y profesional. Eres más que «lo suficientemente bueno»; eres una fuerza formidable, lista para crear y liderar.
Rédigo Pernía

