Empezar un negocio después de los 50 es una aventura emocionante, pero para quienes vienen del mundo corporativo, la transición tiene una trampa emocional inesperada: la soledad.
De repente, el constante murmullo de la oficina, las reuniones de equipo y la estructura jerárquica desaparecen. La red de seguridad del apoyo corporativo se esfuma, y esa sensación de ser parte de «algo grande» se reemplaza por el silencio. Muchos redigopernianos extrañan la camaradería, el compartir ideas en el pasillo, o simplemente tener un equipo para celebrar pequeñas victorias.
Este miedo a la soledad es real. No se trata solo de la ausencia de gente, sino de extrañar la estructura social y la validación inmediata que ofrece un equipo. En el emprendimiento, todas las decisiones recaen sobre usted, y a veces, la falta de una segunda opinión o un ánimo a tiempo puede ser abrumadora.
💡 Transforme la Soledad en Libertad
La clave es cambiar la perspectiva. Esa soledad no es un vacío, sino un lienzo en blanco para construir su propia estructura de apoyo.
- Cree su «Junta Directiva Personal»: Busque mentores, únase a grupos de networking (tanto físicos como virtuales) o colabore con otros emprendedores de su sector.
- Establezca Rutinas: Fije horarios para el trabajo, el descanso y, fundamentalmente, para la conexión social.
- Use la Tecnología a su Favor: Una videollamada semanal con un colega freelance puede reemplazar la sensación de una reunión de equipo.
La soledad del emprendedor es la otra cara de la libertad absoluta. Apréndala a gestionar y verá que, aunque el camino es suyo, no tiene por qué recorrerlo solo.
Rédigo Pernía

